Pocas veces
una canción puede resumir tan bien la esencia de un filme como Anima fragile,
el tema de Vasco de Rossi que forma parte de la banda sonora de La nostra
vita y que suena en dos secuencias de la película. La voz desgarradora de
Rossi canta "Y la vida continúa, incluso sin nosotros", solapada por
la del personaje interpretado por Elio Germano, como magnífico epítome de una
cinta que habla de la supervivencia en tiempos difíciles.
Estrenada en salas en España con tres
años de retraso, La nostra vita traza un singular retrato de la crisis
en la Italia de los chanchullos, los arreglos y el sálvese quien pueda, a
través de la aventura de un capataz de obra que, por puro espíritu de supervivencia,
ha de alinearse en el bando de los poderosos para salir adelante. Un paisaje
reconocible en esta Europa fragmentada por la devastación económica en la que
los pobres cada vez son más pobres y los ricos, más ricos. Un escenario global
que aquí se construye en los suburbios de Roma pero que podría localizarse en
cualquier promoción de la costa española.
Daniele Luchetti, interesante director
crecido bajo el manto de Nani Moretti, nos propone en La nostra vita un
puñado de cuestiones morales, en la mejor tradición del cine social europeo, a
partir de las experiencias personales del protagonista de la historia. Temas
como la inmigración, la amistad, la familia, la solidaridad o las relaciones
laborales se afrontan aquí bajo un prisma que obliga al espectador a activar su
conciencia y plantearse si debe tomar partido, en ocasiones, por el engaño o la
trampa como fórmula de salvación. Pero el mérito de Luchetti estriba en que no
ejerce de guía para llevarlo de la mano hacia ese dilema, sino que plantea su discurso
desde el azar más verosímil. Si la vida es azar, parece decir el realizador
italiano, se vuelve más complicado domeñarla en un entorno hostil.
Un gran Elio Germano (premio en Cannes
2010 por su interpretación en esta película) lleva las riendas de una historia
dura cuando aborda las cuestiones sociales pero que se reblandece al llegar a
las relaciones familiares, como si Luchetti necesitara subrayar el refugio
familiar de su protagonista para dejar más abierta la puerta a la
interpretación de sus actos por parte del espectador. No hacía falta tanta
intensidad en esta vertiente de la película, aunque produzca algunas de las
mejores escenas de la cinta, en un relato que nos es tan cercano como la letra
cantada por Vasco Rossi con su voz carajillera.
La nostra vita (Daniele Luchetti, 2010)