viernes, 19 de abril de 2013

Kerouac sin alma



55 años han transcurrido desde que Jack Kerouac publicara On the road, una de las grandes novelas de la literatura norteamericana, biblia de la generación beat y posiblemente el relato que mayor influencia ha ejercido sobre los cambios sociales de la segunda mitad del siglo XX. Pero, en más de medio siglo, nadie se ha atrevido a llevar a la pantalla una obra única, no sólo por su narrativa caótica y libertaria, sino por la capacidad de transmisión de sensaciones que tiene el texto de Kerouac.

         Nadie hasta que apareció Francis Ford Coppola y encargó la adaptación al brasileño Walter Salles después de ver Diarios de motocicleta, película que guarda cierta relación, como relato de viajes heterodoxo, con la obra del escritor americano. Salles hace bien su trabajo: On the road está bien realizada, bien montada y cuenta con un elenco interpretativo interesante (sobre todo sus personajes secundarios, por los que desfilan actores como Viggo Mortensen, Kirsten Dunst o Steve Buscemi). Pero le falta alma. Carece de todo aquello que emociona en el libro, de su sentido libre, de la sensación, tan juvenil, de que el mundo está a los pies de los protagonistas aderezado por una interminable vorágine de sexo, drogas y música de jazz.
         Aquellos que nunca leyeron el extraordinario relato de Kerouac no saldrán decepcionados de esta explosión controlada de juventud y ambiciones, pero a quienes, por esos maravillosos caprichos que tiene la vida, les cayó un día la novela y la devoraron para hacerla suya les sabrá a poco esta adaptación de Kerouac que demuestra, una vez más, la imposible adaptación de un libro que cuenta mucho más de lo que escribe su autor. Lo que Salles no ha sabido plasmar en la pantalla.

On the road (Walter Salles, 2012)

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