viernes, 5 de abril de 2013

Sangre fácil



En 1981, un joven Sam Raimi debutó en el largometraje con un filme de serie B rodado con una cámara de 16 mm y un presupuesto de risa: poco más de 300.000 dólares. La película se llamó The Evil Dead, aunque en España se distribuyó como Posesión infernal, y se convirtió muy pronto en un filme de culto, gracias a la extraordinaria imaginación que derrochaba, las escenas gore que la salpicaban y un esplendoroso sentido del humor. Tal fue el éxito de Posesión infernal, que dio lugar a dos secuelas: Terroríficamente muertos y El ejército de las tinieblas, ambas dirigidas también por Raimi.

         32 años después de aquel hito, Raimi trabaja para la Disney (Oz, un mundo de fantasía) y es venerado por las nuevas generaciones de espectadores como director de la trilogía de Spiderman. Pero no reniega de su pasado. En compañía de Bruce Campbell, eterno protagonista de sus filmes de terror gore, ha producido un remake de la película que lo lanzó a la fama: aquella Posesión infernal que hizo renacer el terror sanguinolento para regocijo de los amantes de la salsa de tomate y las sierras eléctricas de broma. Para cerrar el círculo, Raimi y Campbell confiaron el proyecto a un director debutante: el uruguayo Fede Álvarez, cuyos cortos de terror habían seducido a los creadores de la saga.
         La nueva Posesión infernal es un remake hecho con muchos más medios que parte de la base argumental de la original -cinco jóvenes se instalan en una cabaña en el bosque y descubren un libro de conjuros que despierta el espíritu del diablo- y conserva la frescura que caracterizó a los tres filmes de la saga que dirigió Raimi. Contiene una alta dosis de sentido del humor, homenajea a otras cintas del género, entre ellas a la española Rec3: Genesis, y garantiza hora y media de entretenimiento sin excesivas pretensiones, si uno se ríe en vez de abominar de la sangre de mentiras que inunda la historia. Mas, en su factura, se echa de menos la desbordante imaginación que derrochaba la original: la utilización del punto de vista imposible como recurso narrativo o los efectos sonoros como instrumentos para provocar sensaciones contradictorias en el espectador.
         Se agradece, no obstante, que este remake de Posesión infernal mantenga el espíritu gamberro que enarboló como bandera de un género la cinta original, que respete los códigos del cine de bajo presupuesto, pese a contar con más de 15 millones de dólares para su filmación, y que sus escenas más extremas sigan despertando los aplausos y las risas, a partes iguales, entre el público especializado, ese que, cuanta más sangre le salpique desde la pantalla, más se descojona.



Posesión infernal (Fede Álvarez, 2013)

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