A lo largo
de más de 20 años y una decena de filmes, a Isabel Coixet le ha bastado con dos
personajes para explicar su visión del mundo, su punto de vista sobre la vida.
Dos personajes que afrontan temas como la muerte (Mi vida sin mí), el
amor (Cosas que nunca te dije), la enfermedad (La vida secreta de las
palabras), el sexo (Mapa de los sonidos de Tokio) o la justicia (Escuchando
al juez Garzón). Su cine es, podríamos decirlo así, binario, con dos
elementos principales que centran la acción y representan siempre dos modelos
condenados a entenderse.
Ayer no termina nunca radicaliza
esa propuesta binaria de la realizadora catalana al ofrecernos, a lo largo de
algo más de hora y media, una radiografía del dolor ajeno, de esa realidad
intangible y personal de la que "la gente huye como de la peste",
como subraya el personaje de Candela Peña en una escena del filme. Una pareja
con una vida en común, con un proyecto vital compartido durante años en un pasado
indefinido, se reencuentra en un paisaje desolador, en una España apocalíptica
azotada, más si cabe, por la crisis que ya sentimos en nuestras carnes, en un
futuro imperfecto fechado en 2017. Y de ese encuentro surgen todos los
fantasmas, las cosas que nunca se dijeron y la desesperanza. Real como la vida
misma, la nueva película de Coixet es, en suma, una profunda reflexión a dos
voces sobre el duelo, sobre la pérdida de la felicidad y la dificultad de
rehacerse cuando la vida golpea con fuerza.
Desgraciadamente, el combate desnudo
entre los dos protagonistas que nos brinda Ayer no termina nunca, oficiado
por dos actores en estado de gracia, está innecesariamente salpicado de flashes
en blanco y negro sin excesiva justificación argumental, de algunos diálogos
que recuerdan la filosofía de los anuncios de compresas y de una puesta en
escena tan sobria que acaba cansando al espectador. Y no hacían falta tantos
artificios para contar una historia que se sustenta sola con la fuerza
interpretativa de sus dos protagonistas y la solidez del tema que plantea.
Ayer no termina nunca (Isabel Coixet, 2013)
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