viernes, 17 de mayo de 2013

La educación de los pájaros



Si en las cosas pequeñas reside muchas veces la belleza, Kauwboy, opera prima del director holandés Boudewijn Koole, es un buen ejemplo. Película sencilla, exenta del prescindible artificio que envuelven obras de mucho mayor presupuesto e infinitas pretensiones, Kauwboy retrata la vida de un niño de 10 años que crece en absoluta soledad, rodeado del idílico paisaje de la campiña holandesa y con el waterpolo y una vecina como únicas vías de escape. En ese panorama solitario aparece un visitante inesperado en forma de grajo, un pájaro que se convertirá en paradigma de la educación que el niño precisaba para sí mismo.

         Con un ritmo pausado, plagado de silencios, miradas y gestos casi imperceptibles, la deliciosa historia que nos cuenta Koole, coautor del guión, se articula por medio de dos planos contrastados entre sí: el de los cuidados del niño al grajo y el de la falta de la atención que precisa el propio preadolescente. Koole elige bien cómo contarnos esa dicotomía, tanto por la selección de los emplazamientos de cámara, siempre a la altura de los ojos del niño, como por el punto de vista que adopta, el del protagonista del filme.
         Pero más allá de estos méritos, Kauwboy sorprende porque, pese a la crudeza del tema que plantea, rebosa ternura. La frialdad de una puesta en escena simple la pone Koole al servicio de la historia, como si quisiera transformar el dolor, también presente en la cinta, en un sentimiento de ingenuidad y resignación, como si transportara al espectador a un mundo en el que las cosas son como son y es imposible cambiarlas. Las referencias a la reciente El niño de la bicicleta, de los hermanos Dardenne, son claras, aunque en este caso el director neerlandés aporte una mirada mucho más tierna a su personaje de la que nos ofrecían los realizadores belgas. Más bien hace que el espectador se imbuya de la atmósfera limpia que exhala la película sin permitirle darse cuenta de que lo que realmente está contando es una historia de aprendizaje incompleto, de ausencia de referentes paternos.
         Un desenlace algo forzado no empaña el resultado final de esta pequeña joya, narrada con sorprendente sencillez, que emociona por momentos y que deja en la boca un regusto de cine arriesgado y valiente. Muy necesario en el panorama cinematográfico en el que nos encontramos.

Kauwboy (Boudewijn Koole, 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario