jueves, 28 de marzo de 2013

La invasión de los ultras-cuerpos



Tras el éxito entre el público juvenil y adolescente de la saga Crepúsculo, llega a nuestras pantallas la adaptación al cine de una nueva novela de la escritora norteamericana Stephenie Meyer que, en esta ocasión, sustituye los vampiros por alienígenas en el trasfondo de una almibarada historia de amor. The host (no confundir con la magnífica película coreana del mismo nombre dirigida por Bong Joon-Ho) parte de un planteamiento que recuerda a The Village of de Damned, la cinta de culto de Wolf Rilla, y a algunos clásicos del cine de serie B de ciencia-ficción, como La invasión de los ultracuerpos. Pero esa impresión inicial se desvanece pronto cuando la trama futurista es arrollada literalmente por una historia de amores imposibles entre las dos vertientes de la protagonista femenina (la humana y la alienígena) y los dos jóvenes guaperas que lideran la resistencia. Un amor tan gelatinoso y cargante que no pasa de tórridos besos y una sensación que parece resucitar las braguetas apretadas de la adolescencia más reprimida.

         Y es que lo peor de The host no es esa pretendida estética glamurosa que intenta recrear paisajes inhóspitos y bellos como si de una revisión cutre del western se tratara, ni la pobreza de recursos para poner en escena un futuro imperfecto, pese a los casi 50 millones de dólares de presupuesto que manejó Andrew Niccol. Lo más preocupante, por el hecho de que es un filme dirigido a un público potencial menor de 20 años, es el insoportable tufo reaccionario que despide un filme en el que el amor carnal se manifiesta por medio de castos besos, las voces en off remiten al sentimiento de culpa y la conciencia cristiana y la sociedad extraterrestre se parece sospechosamente al modelo soviético ya caduco. Una perversión ideológica que recuerda al más rancio cine del franquismo en España o las cintas afines a la paranoica caza de brujas en los Estados Unidos.
         Por eso da cierta vergüenza ajena ver a buenos actores, como William Hurt, Diane Kruger o Frances Fisher, oficiando de secundarios de relleno y a Andrew Niccol, responsable de títulos tan interesantes como Gattaca o Simone, dirigiendo con más recursos pirotécnicos que estilo un filme que no sólo no pasará a la historia, sino que, en unos años, caerá en el olvido incluso de los adolescentes de todo el mundo que ahora lo veneran.



The Host (Andrew Niccol, 2013)
The 

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