En 2010, Michael Winterbottom reunió
de nuevo a los actores Steve Coogan y Rob Brydon, con los que ya había
trabajado cinco años antes en Tristram Shandy: A Cock and Bull Story,
para realizar una mini serie de seis episodios para el segundo canal de la BBC
sobre un supuesto viaje gastronómico por el norte de Inglaterra de ambos
cómicos. La serie, una suerte de mockumentary en la que los dos
protagonistas se autoparodiaban, se tituló The Trip y, de ella, surgió,
a modo de compilación, una película de algo menos de dos horas de duración que
resumía las tres horas del montaje televisivo. Este es el origen de The Trip,
filme que nos llega con tres años de retraso a España y que demuestra, una vez
más, la versatilidad de Winterbottom, un director capaz de afrontar cualquier
género cinematográfico, desde el musical hasta el western pasando por la
comedia, el drama social o el thriller político, con la misma mirada y similar
eficacia.
The
Trip reconstruye el viaje gastronómico de Coogan y Brydon, de seis días de
duración, a partir de la personalidad de sus dos protagonistas, dos tipos muy
conocidos en el Reino Unido que despliegan todas sus virtudes interpretativas
para construir dos personajes fascinantes, dos tipos enzarzados en continuas
peleas dialécticas, salpicadas de citas a Coleridge o Woodsworth pero también
de canciones de ABBA o diálogos de filmes de James Bond, y en un interminable
concurso de imitaciones de famosos, desde Anthony Hopkins a Roger Moore.
Lleno
de chistes referenciales a la cultura popular anglosajona, The Trip
adopta un esquema tan arriesgado como interesante en el cine contemporáneo.
Sobre la base de los diálogos entre dos personajes famosos, se construye un
filme que recuerda, en su estructura, a la magnífica y sorprendente Mi cena
con André, en la que Louis Malle reunía en una mesa al actor Wallace Shaw y
al director teatral André Gregory para hablar de la vida y el arte. Pero
Winterbottom va más allá de las simples conversaciones entre dos personajes que
desgranan su filosofía de vida, al someter a sus actores a una sesión de
desmitificación que alcanza a sus vidas personales o a sus relaciones con la
profesión que ejercen.
The
Trip contiene momentos memorables, como las absurdas batallas por repetir
el tono de voz de Michael Caine en Un trabajo en Italia y por alcanzar
tres octavas en la escala musical o los sueños de Coogan en Hollywood -con el
impagable cameo de Ben Stiller también haciendo de sí mismo-, se expande en un
desternillante juego intelectual entre los dos protagonistas y hasta tiene
arrestos para poner en entredicho la nouvelle cuisine británica, en un
delicioso menú, en el que las vieras son un elemento reiterativo hasta la
saciedad, que tiene más de lección de cine que de comida.
El
único pero que se le puede poner a Winterbottom es el carácter local de la
película, que impide conocer en su totalidad la batería de chistes que contiene
para un público no anglosajón. Pese a ello, estamos ante una cinta original y
brillante, un sano ejercicio de humor culto que es imprescindible ver en
versión original para disfrutar en su totalidad.
The Trip (Michael Winterbottom, 2010)